Al mar nadie le impone leyes. Esta poética máxima que escribía José de Espronceda en su ‘La canción del pirata’ también tiene su significado en el negocio marítimo. Las tensiones e inestabilidades que han generado en Cataluña el proceso independentista que pasó ayer por una declaración de independencia en diferido no sólo están moviendo domicilios empresariales, sino que arrastran también algo tan móvil como los barcos. Y más que lo van a hacer. Esta es la previsión con la que trabajan muchas empresas del Puerto de Valencia. Si la semana pasada eran dos cruceros los que cambiaban Barcelona por Valencia para hacer su escala, evitando la jornadas posteriores al 1 de octubre y la huelga que se convocó dos días después, ahora le toca al negocio de la carga. Diversas compañías, especialmente las que tienen instalaciones y servicios también en el grao barcelonés o las que prestan servicio a estas están preparando planes de contingencia para asumir los desvíos de embarcaciones que se prevén desde el Puerto de Barcelona al de Valencia. «Las compañías huyen de la inestabilidad y el miedo a que se produzcan jornadas de huelga u otros incidentes hacen que la planificación pueda cambiarse en algunos casos», advierte el responsable de una empresa portuaria. No se trata de cambios en la carga y descarga de productos para la importación y la exportación, ya que esta está condicionada a otros aspectos, como el punto de entrega o de salida de lo que se transporte y las infraestructuras ferroviarias o viarias de conexión. Lo que se estima que se verá más afectado serán los contenedores en tránsito. Se trata del movimiento de carga de unas embarcaciones mayores a otras pequeñas (o viceversa), pero que tiene como destino final un puerto diferente al de la parada.
Fuentes del negocio recuerdan como, en situaciones de conflicto, ya ha habido casos similares. Sin ir más lejos con la huelga de estibadores de este año APM Terminales (filial de Maersk) trasladó un buen número de buques que iban a ir al puerto de Algeciras pero terminaron en el marroquí de Tánger Med, que gestionan ellas mismos. De hecho, entre las naves que cambiaron estuvo el buque insignia a de la compañía, llamado precisamente ‘Madrid Maersk’. Precisamente, esta gestora de terminales tiene concesión tanto en Barcelona como en Valencia tras hacerse con la participación mayoritaria en Grup Marítim TCB en septiembre de 2015. Esta firma concesionaria dispone de una de las dos terminal de contenedores barcelonesas y de la tercera terminal de este tipo de carga del recinto valenciano, después de las que gestionan sus grandes competidores mundiales en este tipo de operaciones MSC y Noatum, cuyo accionista mayoritario es la china Cosco Shipping.
Un cambio en marcha
En el caso de MSC, esta empresa no gestiona ninguna terminal en el puerto catalán pero sí opera contenedores y cruceros. Precisamente, esos dos barcos de pasajeros que cambiaron de escala la semana pasada eran de esta compañía. Aunque fuentes portuarias advierten que no es lo mismo una actividad y otra, sí que puede servir de precedente. Diferente es el caso de Noatum, debido al hecho de que está en ambas infraestructuras pero su activo barcelonés no se incluyó entre los de la sociedad adquirida por Cosco. Además, fuentes conocedoras de la operación advierten que el contrato impide entrar en la gestión de aquel a la firma china, por lo que se da por hecho es que vaya retirando actividad en favor de Valencia, independientemente de la situación política catalana. No falta quien pone en paralelo con los beneficios que obtuvo el recinto catalán tras la huelga de la estiba durante la primera mitad del año. Así, entre enero y junio registró un tráfico de contenedores de 1,3 millones de TEU (unidad de medida de este tipo de carga). Esto significó un incremento del 28,62% respecto al mismo periodo del año anterior. Tres puntos de este porcentaje corresponden directamente a los buques que fueron desviados desde Valencia en el conflictivo durante el periodo que se medía.